Enseñar a nuestros hijos a rechazar la droga
Para enseñar a nuestros hijos a rechazar la droga debemos decirles la verdad. Para que nuestro niño, nuestro adolescente o joven adulto escuche y crea en lo que nosotros, padres, tenemos para decirle, debemos obligatoriamente ser creíbles a sus ojos. Hoy en día, informaciones contrarias los invaden a través de la publicidad y otros medios de comunicación. ¿Entonces, porqué nuestro hijo elegiría prestarnos atención y sobre todo creernos?
Primero, segundo, tercero, diría que nuestro amor es lo que le da valor a nuestras palabras. El amor de una madre es indestructible, no pasa, no se cansa, no se compra. Pero ese amor atraviesa pruebas, y la prueba del cuestionamiento de la verdad por nuestros adolescentes no es una tarea fácil. ¡De poco importa, el amor todo lo puede!
Existe un camino seguro, a seguir desde la niñez, el del ejemplo, de la verdad y la educación. Ese mismo espíritu nos permitirá ayudarlos a convertirse en adultos responsables.
Si nuestros hijos tienen bases sólidas, se construirán sólidamente. En primer lugar deben confiar en sus padres, y para eso no hay que mentirles. Debemos buscar la verdad acerca de la droga antes de tratar de hablar del tema con ellos. Es preferible admitir nuestra ignorancia antes que dar una falsa información.
Si nuestro hijo nos miente, le mostramos porqué eso no correcto, le explicamos, lo perdonamos. Si lo vuelve a hacer, nos decimos a nosotros mismos, “¡lo ha vuelto a hacer!” Entonces le explicamos, lo perdonamos y esto hasta que entienda y deje de hacerlo. Si le mentimos a nuestro hijo: Pierde confianza en nosotros. Siente una brecha en sus fundaciones. Si nos hemos equivocado, es un error de parte nuestra, lo reparamos y se lo notificamos. Pero no debemos nunca mentir a nuestro hijo. La verdad es un punto sólido para que él pueda apoyarse en su padre o en su madre.
La filosofía de Infancia Sin Droga es, según dice Guy Gilbert: Nosotros, los padres, somos los más indicados para ocuparnos de nuestros hijos.
Debemos enseñarles a “ver por ellos mismos” y saber distinguir la verdad de la mentira, el bien del mal. Con nuestra ayuda, deberán aprender a observar y a sacar conclusiones. Eso sí, no nos hagamos ilusiones, no existe píldora, ni una nueva molécula o un tratamiento milagroso para remplazar, para abandonar la droga. Peor aún, hoy la moda es pretender hacernos entrar en el cerebro de nuestro hijo para ver bajo qué procedimiento reacciona a la droga, porqué entra en un estado carencial, porqué ya no estudia. ¡No nos dejemos engañar más! Después de un consumo de droga el cuerpo funciona mal y el freno a todo esto lleva un nombre: Abstinencia total.
Cuando nuestro hijo nos recita un poema y nos dice que nos quiere, cuando nuestro hijo aprueba con creces un examen, no nos preocupamos por saber qué parte de su cerebro esta en acción, ni si el flujo de su sangre difiere cuando nos anuncia sus logros.
Cuando un hijo consume droga: Ya no trabaja, no se levanta, roba, miente, se enferma, le pega a su madre, pierde la voluntad y termina por perder la autoestima. Es lo que veo.
Si deja de consumir droga, legal o ilegal, recupera sus facultades humanas, es decir pensar con el corazón. De nuevo quiere ayudar, darle cariño los demás, perseguir un objetivo, animarse a realizar actos apostólicos o sociales. Es lo que veo.
En Francia y en el mundo entero existen lugares donde laicos, religiosos y religiosas, que no han estudiado medicina, salvan y han salvado a millones de jóvenes catalogados como esquizofrénicos, perdidos, disminuidos, a punto de suicidarse, a punto de dejarse morir. En esos sitios, la droga es remplazada por el amor. Un amor verdadero, desinteresado, gratuito. Es lo que veo también.
Baudelaire, que no era médico, escribió en 1838 que el cannabis es un arma para el suicidio. Podemos constatar que nada ha cambiado. La primera pregunta que nos podemos hacer cuando un individuo quiere suicidarse es: ¿Qué droga, legal o ilegal, consume? Todas las drogas conducen a la depresión y al suicidio.
Si hay niños en su casa, a partir del ejemplo, de la verdad y la educación, podrá enseñarles a rechazar la droga. Para educar siempre hay una condición: Formarse. Debemos obligatoriamente aprender, o nos faltarán verdaderos argumentos.
Por más que llore, que rece, que ayune, que grite hacia Dios, nadie nunca podrá consolarme de esos numerosos adolescentes, bellos, inteligentes, pero para los que llegué demasiado tarde…
Durante mis conferencias frente a 250 000 jóvenes por toda Francia, pude observar hasta qué punto no saben nada acerca de la droga, inclusive los que pretenden tener conocimientos. Hemos sido varios en constatar que muchos de ellos dejan de consumir, regularmente o no, y retoman sus estudios después de haber recibido nuestra información. Para la mayoría bastaría con que les digamos la verdad acerca de la droga y que los dejemos marcharse diciendo: “A ti hija mía, a ti hijo mío. Abre tus ojos, ayuda a los que lo necesitan, te quiero y confío en ti”. El trabajo es más fácil de lo que se imagina, porque nunca he conocido a un drogado feliz.
Marie-Christine d'Welles
Permanecer libres y ser dueños de nosotros mismos
Permanecer libres y ser dueños de nosotros mismos
Un bebé en brazos de su madre nos conmueve. Un adolescente que se suicida es un tan solo suceso para la prensa y una gran catástrofe para sus padres.
Entre esas dos etapas, ha habito con mucha frecuencia un consumo de droga psicotrópica.
Que los niños quieran descubrir, explorar, sentir, ver, y que de adolescentes quieran seguir experimentando, imaginando, profundizando, intentando, sintiendo, es un necesariamente una prueba de buena salud intelectual y de esta manera serán libres y dueños de sí mismos.
Los adultos que los rodean, empezando por los padres, son responsables de su aprendizaje y deben brindarles reglas y prohibiciones para que puedan vivir y sobrevivir en un mundo a menudo hostil.
Las reglas son usos, costumbres, códigos, reglamentos, convenciones. Van a elevarlo hacia la vida con los demás, y también consigo mismo, ayudándoles a tener buenas disposiciones para mejorar sus vidas cotidianas. ¿La prohibición? Demasiados adultos han perdido el valor de esa palabra, que significa no tener la posibilidad de traspasar un límite establecido para proteger la vida física, intelectual o espiritual.
Prohibir a nuestro hijo beber lejía es una cosa evidente, todos los padres están obligados a aplicarlo. Si una madre está que una cosa es peligrosa para su hijo, encontrara la fuerza de convicción para hacer respetar la prohibición.
Pero si permitimos que falsas informaciones nos invadan, nos volvemos laxistas, indecisos, carecemos de combatividad.
Si la droga está prohibida a la venta y a la posesión, es a causa de su nocividad, de su peligrosidad, de los daños y las muertes que provoca. Para ser dueño de sí mismo hay que saber obedecer y respetar las prohibiciones.
El ayuno es practicado por los que, a fuerza de voluntad, quieren volverse dueños de su cuerpo para liberar el espíritu. Por lo contrario, tomar droga es dejar un producto al mando de su cuerpo. Si se deja que la droga reduzca rápidamente la voluntad y aleje el espíritu, se provoca la degradación del cuerpo y la aniquilación de la libertad.
La inteligencia iluminada por la embriaguez del cannabis, da vuelta las cosas para su ventaja, la persona se enamora de sí misma. Hasta la música, transformada por una magia que le es propia, adquiere una belleza tridimensional. Todo se convierte en un pretexto para hechizar la imaginación que permite entender, ver, tocar, lo que nunca se hubieran atrevido a desear. Un largo monologo diabólico conduce a la persona a tener un gusto por la protección, un sentimiento de paternidad y de sensualidad que la lleva a admirar a si misma! Enamorado de sí mismo, el libre consumidor de cannabis, esclavo, se complace en los vapores de la única droga que lo puede comprender.
Esclavizado a esta miserable tiniebla, con cada vez menos voluntad, lo verá cada vez mas vanidoso. Buscando todo a su ventaja, se pone a despreciar a los que lo rodean.
Nosotras, las madres, debemos advertir a nuestros hijos sobre la trampa de la droga. Esta trampa, conocida desde siempre, está al alcance de sus manos, en el bolsillo de un amigo o de un primo al que tiene aprecio.
¡Que desconfíe y no la pruebe! ¡Que se prohíba a si mismo frecuentarla!
La mejor educación es la del corazón, reservada a los padres. No solo nuestros hijos necesitan ser queridos, pero necesitan saber que lo son. A través de nuestro interés hacia ellos y hacia lo que hacen, de nuestra implicación en descubrir con ellos lo que les gusta, una confianza reciproca se establecerá.
Día tras día, ensenémosles el amor que recibe, que da, que comparte, que ama. Si el amor de los padres está ahí, el niño encontrara su camino, si se desvía, será capaz de volver. Los padres, por a través de su educación paciente, del ejemplo en el amor orientan los deseos de sus hijos hacia el bien.
Los profesores podrán entonces instruirlos y los jóvenes buscaran naturalmente el conocimiento, que es la intención de la persona en buena salud mental.
Marie Christine d'Welles
Desde la creación de Infancia Sin Droga…
Desde la creación de Infancia Sin droga, hace unos 15 años, hemos adquirido un excelente conocimiento del « terreno ». En efecto, hemos recibido una multitud de testimonios de padres y jóvenes sobre las consecuencias del consumo de drogas y sobre las causas que conducen a los adolecentes a consumir droga.
Podemos atestiguar del abismo entre lo que los políticos, los medios de comunicación y los “especialistas” quieren hacernos creer y la realidad. Así es como podemos afirmar con certeza que, por ejemplo, la droga alcanza todos los medios sociales, tanto los hijos de divorciados como los hijos de parejas que no están en situación de conflicto, los hijos cuya madre trabaja fuera del hogar así como los hijos de madres amas de casa, las chicas al igual que los varones, las familias numerosas y las familias que solo tienen uno o dos hijos, los hijos escolarizados en institutos privados y los que estudian el sistema público…
La ventaja de Infancia Sin Droga reside en el punto tenemos en común: el amor hacia los jóvenes. Solo queremos su felicidad y su plenitud. Estamos aquí para ayudarlos, respetando su libertad, ya que ninguno de nosotros los considera en absoluto como una “clientela”.
Conocemos los motivos que conducen a nuestros hijos a consumir droga (hablamos, por supuesto, de jóvenes que tienen “problemas normales” de adolescentes en su la mayoría, no de jóvenes que presentan patologías). Por tanto, podemos luchar eficazmente, es una cuestión de decisión. Si cada madre y padre toma la decisión, por su hijo, de luchar eficazmente contra el consumo de droga, habrá cumplido con su misión educativa en ese ámbito.
El Estado deberá también asumir su responsabilidad, cosa que hemos solicitado a finales diciembre del 2005, en una carta abierta a Dominique de Villepin. Hoy tenemos el deber de advertir a los niños sobre una cantidad de temas. En relación con la droga, la ventaja evidente es que después de unas horas de formación, cualquier padre podrá realizar una prevención eficaz para sus hijos. ¡Merece la pena! Una buena información reduce de manera considerable el riesgo de consumo de droga de un adolescente. Si un hijo es puesto en situación antes encontrarse realmente frente a una sustancia, esto lo ayudará a ser más fuerte para rechazar la droga.
¿Cuáles son esos motivos? La banalización de las sustancias: Un discurso que pretende que el cannabis es una droga suave… Algunos adultos, ciertos medios e incluso algunos padres son excelentes vectores para ese tipo de discurso sin sentido…
La mentira de los medios de comunicación: Participan y fomentan la desinformación. También influya la cultura del porro “festivo”, “recreativo”, el énfasis puesto en la manera de consumirlo (solo o en grupo), en vez de decir que el producto es intrínsecamente peligroso, ya sea consumido solo o en grupo, por un menor o por un adulto. Los padres carecen de datos objetivos y científicos acerca de las sustancias: ¿ Actualmente, qué organismo que tenga un discurso verdadero sobre esas sustancias podemos citar? Mientras nuestros hijos no estén informados a nivel científico, seguirán siendo una víctima ideal para la desinformación.
El adolecente es por naturaleza influenciable: Es sabido que un adolecente no es un adulto. Quiere actuar como todo el mundo. Hoy en día le proponen droga con frecuencia, es influenciado por el grupo, es una solución de facilidad. Mire a sus hijos: Siempre quieren ir vestidos como los amigos. Van a querer enseñar el ombligo, los calzones… Es un fenómeno de moda. Buscan imitar otros jóvenes y diferenciarse de los adultos. Lo mismo pasa con la droga (desgraciadamente, con otras consecuencias).
¿Por qué acepta usted un aperitivo, o se toma una copa de vino en la mesa cuando está invitado a cenar en la casa de amigos? ¿Para huir de sus problemas? La mayoría de las veces, es porque resulta agradable beber un buen vino con una rica cena. Al principio, un joven consume cannabis (puerta de entrada en el mundo de las drogas) por el mismo motivo: para divertirse, volar, reír. Luego, irá más lejos, y fumará para sentirse mejor, no podrá prescindir de ello y buscará colocarse. ¿Los jóvenes que toman drogas (al principio para divertirse) están enfermos? NO, la droga está de moda: “look cool”, majo, “no nerd”, “colega”, joven, moderno…
Sus hijos rechazarán la droga porque:
Usted les habrá enseñado que la droga es una trampa mortal, les habrá proporcionado argumentos de verdad que ellos mismos podrán observar en la degradación y la destrucción ocasionada por las sustancias. Desgraciadamente, inclusive habiendo recibido una formación e informado correctamente a nuestros hijos, no podemos estar al 100% seguros de que rechacen la sustancia. Una minoría todavía estará tentada, pero habremos puesto todas las chances del lado de nuestro hijo, sin dejar que otros se encarguen de la educación indispensable para la supervivencia de nuestros adolecentes en la sociedad actual.
Por último: Debemos absolutamente permanecer del lado de la verdad. Es la exactitud de la verdad que les proporciona a nuestros hijos las armas necesarias contra esos venenos del cuerpo y del espíritu.
Sophie Pélissié du Rausas
La autoestima
La autoestima no es un título glorioso que nos proporciona una vana consideración ajena. No se mide en manifestaciones ruidosas de las cuales solo el ambicioso puede enorgullecerse. A diferencia de un valor reservado a una élite, comprado con sobornos, relaciones, publicidad, mentiras, golpes bajos, malversaciones, es un sentimiento tranquilo y personal.
Los que toman droga lo saben, y el toxicómano aun más: Han perdido la autoestima.
Sus allegados, familias, amigos se sienten a menudo culpables al constatar esta situación de hecho, e intentan con su presencia, sus palabras, sus gestos, una escucha atenta, ayudarles a considerarse mejor. La mayor parte de las veces, por no decir siempre, nada cambia y el consumidor de droga se hunde cada vez más. A medida que va consumiendo más droga se va alejando cada vez más de su relación con los demás. Si sigue, puede llegar a cortar la relación consigo mismo y elegir la única solución que su delirio le presente: Acabar con su vida. Se suicida.
El consumidor ha entrado en el engranaje de la satisfacción de sus pasiones al volverse dócil al llamado de la droga. Acostumbrado a seguir sus pulsiones, ya no sabe reconocer lo que es bueno, para él y para los demás, de lo que está mal. Al perder la honestidad, también se ha alejado de la perseverancia, de la voluntad, del respeto y ha encontrado un vacío interno. Ese vacío es el que busca llenar tomando drogas, sin poder nunca satisfacer esa necesidad. Solo logra recrear, durante un instante o unas horas, un olvido artificial que lo deja cada vez más vacío, cada vez más solo.
Su vida se ha convertido en una mentira permanente. Incapaz de fijar mi atención, ya no lograba ir hasta el final de mi trabajo, me dice Enzo... Vivía en el desorden, en la suciedad sin darme cuenta. Ya no me respetaba a mí mismo... Ni respetaba a los demás. Al perder la voluntad, la regularidad para concentrarse en un trabajo, una moral, al perder el respeto por sí mismo, ya no podía encontrar en sí mismo el amor hacia los demás.
Cada vez que una persona le hace daño a otra, comete malos actos, al cabo de tiempo ese daño le parece cada vez menos importante y termina por dejar de verlo. Así es cómo la persona se acostumbra y que el bien y el mal ya no significan nada. La presencia del amor está en toda la belleza de la creación que nos rodea, en el corazón de cada uno, pero si pierdo la autoestima ya no puedo percibirla. El amor se encuentra en cada uno de nosotros pero el amor está como ahogado.
Si pierdo la autoestima no es por culpa de los demás pero a causa de los errores que he cometido. Poniendo mentiras en el lugar de la verdad; El sexo en el lugar del amor; La droga en el lugar de la inteligencia, de la perseverancia y la voluntad; El robo en el lugar de la honestidad... me he cegado. Esa ceguera conduce fácilmente a la violencia y al odio.
Para recuperar la autoestima solo hay una solución: Ponerle fin a nuestros malos actos, a nuestros malos comportamientos.
1) Dejar de hacer lo que está mal: Mentir, difamar, robar, pegarle a su madre, hacerse daño y hacerle daño a los demás...
2) Hacer lo que está bien: Decir la verdad, no robar nunca así sea una cosita insignificante, amar a sus padres, trabajar, dejar de tomar droga...
Comprometiéndome conmigo mismo y cumpliendo con ese compromiso, todo se arreglará. Tomar la decisión de cambiar de vida para mí mismo, nadie puede impedirme hacerlo desde ya. Y sobre todo, sobre todo, no hay que rememorar los malos actos del pasado. Borro todo y me doy la oportunidad de cambiar, es un compromiso que está al alcance de cada uno de nosotros y además ¿Quién no ha tenido nunca necesidad de hacerlo?
Todos podemos volver a la dignidad moral de nuestros actos, y como dice Shakespeare:
"Antes que nada ser verídico para contigo mismo / Y así, tan cierto como la noche le sigue al día / No serás falso con nadie. " Hamlet, primer acto, escena 3. Entonces el respeto, la paciencia, la alegría, volverán a ser míos y mi corazón lleno de amor encontrará el camino hacia los demás.
Comportarse de manera a tener una buena autoestima te vuelve libre y alegre. Es una ley de la naturaleza: "La autoestima se encuentra en mí mismo".
Marie Christine d'Welles
Toda persona sana pierde la salud con la droga
Todos los que son víctimas de la droga pensaban estar al resguardo. La mayor parte de las informaciones que se vehiculan alrededor de los jóvenes son falsas porque el mercado de la droga les es destinado. Estas informaciones provienen de personas que venden, o que consumen drogas y que forman parte de la publicidad, ya sea para justificar su comportamiento, o bien porque la droga les genera muchas ganancias.
Las drogas ponen a la gente una gran confusión. Ponen la mente en blanco, provocan perdidas de la memoria. Una persona que toma drogas va a volverse más lenta, va a moverse, pensar o reaccionar con menos rapidez. Las drogas sacan a una persona de la realidad y le hacen cometer errores que en ocasiones pueden ser muy graves. Les hacen percibir y sentir cosas que no son reales. La persona va a tener sentimientos que no tienen nada que ver con lo que está pasando. Reaccionará a situaciones y peligros que no existen y no tendrá reacción ante un peligro real, que ni siquiera habrá percibido.
Como las drogas adormecen el sistema nervioso, a la larga bloquean toda sensación en la persona, y todo tipo de sentimiento. Esa persona va a actuar como si no le importara nada ni nadie a su alrededor. Ya no se sentira concernida por nada. Se volverá irresponsable para ella misma y para los demás. Ocurre con frecuencia que la persona, al principio, no es consciente de estos cambios inclusive cuando sus amigos intentan hacerla entrar en razón. Ciertos jóvenes pueden dar ejemplos de compañeros que ya están en ese estado con un simple consumo de cannabis, o algunos bangs.
Las drogas queman las vitaminas y los minerales. Las vitaminas y los minerales son indispensables para el cuerpo, al igual que el agua y el alimento. Si no recibe las vitaminas y los minerales que necesita, las reacciones bioquímicas de su cuerpo no podrán operar. Luego habrá una destrucción más o menos rápida de las defensas del organismo. Su cuerpo ya no podrá combatir infecciones y otras enfermedades. Si intenta probar drogas para sentirse mejor, la droga eliminara un número creciente de vitaminas y su estado empeorara cada vez más.
Tengo contacto con muchos alumnos de instituto. Los que toman droga tienen dificultad para levantarse por la mañana. ¡Es normal! ¡Es lo más normal!! Si dejan de drogarse todo volverá a entrar en orden… Podrán volver concentrarse y ser eficaces.
Ojo, la mayor parte de las drogas permaneces en el cuerpo durante años, almacenadas en los tejidos grasos. Durante un esfuerzo físico, una caminata, practicando un deporte, al sentir miedo, sorpresa, un poco de grasa se quema y pequeñas cantidades de droga se reactivan en la circulación general. Este fenómeno provocar las ganas de volver a tomar droga y va a reactivar los efectos de la droga. En todos los países del mundo, los jóvenes son víctimas de la droga. Los países más afectados son los más tolerantes. Esta tolerancia, deplorable, que existe hoy para las drogas de la calle en todos los países industrializados, se traduce por la generalización del uso de drogas psicotrópicas.
La solución propuesta por los “especialistas” es por supuesto, mas droga! Todavía más droga, droga para “curar” los desordenes fabricados por la droga.
Mi objetivo es decir la Verdad. La juventud es la riqueza de un país. Nunca he conocido a un toxicómano feliz. Solo he podido observar infelicidad y degradación física y social. Los que se atreven a defender la droga son enemigos de la juventud. Los que dejan la droga al alcance de nuestros hijos solo son personas que aman al dinero más que al ser Humano.
Con su rechazo, de ver a sus hijos, sus amigos, sus hermanas, hermanos, caer en la sórdida trampa de la droga, ganaremos la batalla.
Marie-Christine d'Welles
Droga e hiperactividad
En Francia, el 50% de los jóvenes entre 15 y 19 años consumen regularmente drogas psicotrópicas (cannabis, poppers, tranquilizantes, anfetaminas, antidepresivos, benzodiacepinas, cocaína…) ¡Este consumo es el más elevado de Europa y tenemos la taza de suicidio la más elevada del mundo entre los jóvenes de 14 24 años! Podemos afirmar que es una verdadera estafa, a la que participan, con más o menos connivencia, profesionales de la salud y muchos padres. Nuestros hijos andan mal porque se drogan, hay quien nos quiere hacer creer que se drogan porque andan mal.
Si han empezado a consumir droga es porque se les ha mentido haciéndoles creer que podían o deberían consumir para ser felices. Quítenles la droga y verá que irán mejor. Hay momentos más difíciles que otros y es normal tener problemas que resolver en el transcurso de la vida. Superar dificultades a través de la voluntad permite crecer y conquistar la autoestima. Lo que hace el éxito es la fuerza de voluntad y la tenacidad. No hay éxito sin esfuerzo. No hay éxito sin amor. Las drogas psicotrópicas, legales o ilegales, conducen a la depresión y al suicidio, provocan el derrumbe de las defensas inmunitarias, destruyen la conciencia del bien y del mal, suprimen los reflejos, la atención y la memoria. ¿Qué padres se atreverían a dar tales venenos a sus hijos? ¡Existen millones!
Cuando se ha hecho alusión a la epidemia de depresiones y de suicidio, al recrudecimiento de las enfermedades, de las olas de criminalidad y violencias, del aumento de los accidentes de tráfico, de la subida del analfabetismo, ha sido en general a escala nacional, a causa efectos de las drogas psicotrópicas sobre el cuerpo y la mente.
Estar triste por la muerte de un ser querido, estar decepcionado o enfadado por haber suspendido un examen, tener dificultades para encontrar el sueño, preocuparse por estar desempleado durante un tiempo largo, son hoy en día motivos por los cuales se prescriben drogas psicotrópicas.
Estas prescripciones han alcanzado proporciones increíbles en Francia, cuando ninguna droga psiquiátrica puede sanar de modo alguno estos males, y que posee propiedades destructoras y efectos secundarios aterradores. Estas drogas se prescriben en toda legalidad y si su hijo muere a causa de eso, o se suicida, eso será considerado un paso al acto, sin revelar que la droga lo ha conducido a cometer un acto tal. Cólera, miedo, tristeza, duelos, rehabilitación de los toxicómanos, tabaquismo, fatiga, convalecencia, mala alimentación, todo sirve para estas píldoras milagrosas, siempre las mismas desde la cuna hasta el hospicio. Increíble, veo jóvenes que toman la misma droga, la misma molécula, prescrita por el médico, o el psiquiatra para problemas de piel, fatiga, duelo, mala escolaridad, para superdotados, consumidores de drogas ilegales, problemas de desinterés, impaciencia, anorexia… En efecto, nos llaman a todos pacientes “tratados”. Respecto a esta avalancha de patologías mentales, un artículo del Washington Post comenta: "En psiquiatría, todo el arte consiste en encontrar nuevos trastornos para los medicamentos existentes".
¿Inquieta? Lo estoy cuando veo a todos esos chicos franceses puestos desde hace años bajo esa famosa píldora del la obediencia, con consecuencias desastrosas para la salud, me refiero a la Ritalina, una anfetamina potente. ¿A quién está destinada? Lea más abajo la descripción del famoso trastorno del déficit de atención o hiperactividad que ha permitido que mâs de 7 millones de niños estadounidenses de 6 a 7 años de edad sean puestos bajo esta terrible anfetamina con el acuerdo de los padres. ¿Y cuántos niños de otros países?
Si su hijo cumple con al menos 8 de estos criterios, desde hace más de seis meses, será considerado hiperactivo.
Se menea con sus pies y manos, o se retuerce en su silla. Tiene dificultades para quedarse sentado. Se deja distraer con facilidad por estímulos externos. Tiene dificultades para esperar su turno en los juegos o en grupo. Responde a las preguntas antes de que hayamos terminado de formularlas. Tiene dificultades para seguir las instrucciones que se le dan. Tiene dificultades para sostener la atención. A menudo pasa de una actividad a otra sin haber terminado a la anterior. Tiene dificultades para jugar tranquilamente. A menudo habla excesivamente. A menudo interrumpe a los demás. No parece escuchar lo que se le dice. A menudo olvida sus pertenencias. A menudo se embarca en actividades peligrosas sin medir las consecuencias.
Según esta descripción, cada uno de mis hijos hubiera podido ser diagnosticado como hiperactivo. Este “trastorno” ha permitido que psiquiatras, acusados en USA, pongan a una cantidad cada vez más elevada de niños bajo los efectos de esta droga aterradora y bajo antidepresivos. Debemos mantenernos alerta y proteger a nuestros hijos, tenemos el deber de enseñarles, desde muy jóvenes, a rechazar la droga en todas sus formas. Infancia sin Droga cuenta con su responsabilidad y su amor para que nadie nunca le dé droga a su hijo.
Existen muchas soluciones para mejorar un cambio quizás difícil y muchas veces transitorio: Debemos mantenernos firmes en nuestra educación y pensar en las medicinas naturales.
Marie-Christine d'Welles