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Notamos que muchos padres quieren cada vez más información sobre los productos, las consecuencias exactas del consumo de droga… Quisieran ver fotos, comprender cómo las drogas perturban el organismo, conocer el impacto exacto sobre el cerebro (como si el ser humano no fuera más que un cerebro como se quiere hacernos creer)… Esta búsqueda intelectual es totalmente legítima pero lo que hace es abrumarnos de detalles, alejándonos de nuestro objetivo: la prevención.

Así es cómo esta orquestada la campana de desinformación sobre las drogas: se llama la atención de la gente sobre un detalle o algo peligroso para que se focalicen sobre eso. No se ocupan de lo que podría tener un verdadero impacto.
El método que les proponemos seguir es simple: informar objetivamente y científicamente sobre los peligros de las drogas, crear al máximo un clima de confianza y de dialogo, conversar con nuestros hijos acerca de lo que hace, si consumen drogas, si ya les han propuesto, si tienen amigos consumidores…
Vayamos a lo esencial, recordándoles que:
La droga no es una fatalidad. Es una cuestión de voluntad. Nuestros hijos tienen que aprender a decir NO cuando alguien les propone. La droga no es una enfermedad: no se contrae, no se cura. La única manera de dejar la droga es no volver a consumir (cuidado con las trampas del acompañamiento de la toxicomanía).
Una droga es una droga. ¡No olvidemos que no hay droga menos peligrosa que otra!