Es el fenómeno de la reactivación. Cuando se consume cannabis, el THC pasa en la circulación sanguínea. Es lo que proporciona los efectos deseados por el consumidor. Ese THC será luego almacenado en las grases del organismo y reactivado en caso de estrés o de miedo. Muchos accidentes de tráfico ocurren por estos motivos.
Durante una situación de riesgo en la ruta, el consumidor cuyos reflejos ya están disminuidos por su consumo, inclusive lejano, su orientación espacio-temporal está modificada. Es capaz de evitar el accidente pero se habrá asustado. Por tanto, tendrá lugar un fenómeno de reactivación del THC almacenado en las grasas. Se puede apostar que en el cruce siguiente, sin causa real, se pueda producir el accidente.
No podemos saber lo que que todavía está almacenado en las grasas. Todo depende de la fisiología de la persona, del producto consumido, de las reactivaciones que ya han tenido lugar.
La mayoría de las drogas permanecen el cuerpo durante años, almacenados en los tejidos grasos.
Durante un esfuerzo o estimulo físico, una caminata, una sesión de deporte, una sensación de miedo, de sorpresa, de excitación, se quema un poco de grasa y pequeñas cantidades de droga son reactivadas en la circulación sanguínea.
El AIRE SECO O COMPRIMIDO: El oxido de nitrógeno y otros gases bajo presión también tienen efectos alucinógenos. En pocos segundos producen una excitación, aturdimiento, una risa tonta, perdidas del conocimiento y por, falta de oxigeno, lesiones en el sistema nervioso central. Más información
El POPPERS: Les nitritos volátiles tienen efectos similares a los del oxido nitroso. Pueden provocar ataques de pánico, palpitaciones y dolores de cabeza. También son responsables de la muerte por anorexia. Más información
El AGUA ESCARLATA: Los disolventes son derivados del etileno. Son alucinógenos pero su efecto es más bien tranquilizante. Provocan afecciones neurológicas (sordera, temblores…) e intelectuales (demencia).
Todo tipo de droga psicotrópica, ya sea legal o ilegal (ansiolíticos, tranquilizantes, benzodiacepinas, neurolépticos) o ilegal (drogas de la calle) conducen al malestar, a la depresión y al suicidio. Más información.
Ningún padre le prestaría su coche al hijo que no haya aprendido a conducir. De la misma manera, sería inconsciente dejar salir a un hijo adolescente sin haberle enseñado lo que es la droga. Hoy en día, la disponibilidad de las sustancias es tal se puede conseguir droga en todos los sitios frecuentados por los jóvenes (institutos, fiestas, cenas de clase, rallyes, clubs deportivos…). Los padres deben formarse objetiva y científicamente para poder educar a sus hijos sobre los peligros de la droga y brindarles argumentos para rechazarlas. No olvidemos que nadie está a salvo de la toxicomanía.